¿A qué guerra vamos, presidente, con talibanes y ponchos rojos?
Ruber Carvalho
Carta 7
En la sesión de honor del Concejo Municipal de Santa Cruz de la Sierra con motivo de la efeméride del 24 de septiembre, Ud. dijo, presidente, ante una mención de la incursión punitiva de los campesinos de Ucureña a Santa Cruz en 1957, que para entonces Ud. ni siquiera había nacido y que por lo tanto no podían endilgarle esos asuntos propios del centralismo de la época.
Cierto, presidente, los cruceños y los bolivianos de ahora tampoco habíamos nacido hace 500 años ni hace 180 años, de ahí que, exactamente con la misma razón que le asiste para no asumir culpas de otros y en otros tiempos, tampoco tiene por qué cargarnos con las deudas sociales aymaras ni por el desgobierno oligarca en lo que va de la república, considerando además que, el poder colonial y republicano, se entronizó principalmente en la región occidental del país y los pueblos del oriente (pocos y pequeños) nada tuvieron que ver con lo que allá pasaba. Eso fue lo que dijo Ud. presidente, quizá olvidando el libreto que repite su gobierno, sin aval alguno y menos autor responsable, todo el tiempo.
“Nos estamos informados que es de mucho inconveniente para el bien y aprovechamientos de los indios naturales de esas provincias que anden en su compañía mulatos, mestizos y negros, porque demás que los tratan mal y se sirven de ellos, los enseñan en sus malas costumbres y ociosidad y también algunos errores y vicios que podrían estragar y estorbar el fruto que se desea para la salvación de las almas de los dichos indios y que vivan en policía” -Real Cédula que no habiten con los indios, negros, mulatos ni mestizos- Madrid, 25 de noviembre de 1578. Archivo General de Indias.
Cualquier parecido con las tesis de su gobierno indigenista trasuntadas en los discursos presidenciales y en los planteamientos de descolonización de la “revolucionaria” Reforma Educativa, no es sólo coincidencia, sino una copia absurda de la realidad “surrealista” que estamos comenzando a vivir los bolivianos 500 años después.
Y eso es lo que su revolución cultural racista del llamado comunitarismo aymara, elaborado por las Ongés europeas que nada tienen que ver con nuestras minorías indígenas que no llegan al 20% de la población total del país, trata de tender una especie de cordón sanitario para que el indio puro, que ya no existe, no se contamine con los vicios del mestizaje y sirva para atracción turística en reservas folklóricas.
Los pocos negros sólo quedan en Yungas y los mulatos andan por ahí alisándose el pelo. Los demás andan haciéndose rulos y tiñéndose de choco el cabello negro. Es que, presidente, ese asunto de descolonizar, si es que es en serio y no sólo discurso, tiene demasiados problemas prácticos que van desde el uso de celulares (se dice que un dirigente sindical es alguien prendido a un celular), la tele, la ropa, los zapatos deportivos, la comida, los remedios, el transporte, el lenguaje, la higiene, los carnavales, hasta las chupandinas de viernes, sábados y domingos (chicha o whisky es lo mismo).
Cuando el dirigente campesino que sufrió un accidente en la Constituyente dijo que quien lo salvó fue la pachamama y Evo (ni la ciencia médica ni los médicos cruceños no tuvieron nada que ver) está haciendo discurso sindical que ni él mismo lo cree. A la tecnología imperialista le importa un comino las tradiciones aymaras, como se demuestra en los viajes diarios y a toda hora en aviones y helicópteros venezolanos de fabricación norteamericana, así como las entrevistas en televisión (locura por salir en la tele!). Los sicoanalistas lo explican como un complejo y de ahí el odio a los blancos y mestizos, y a todo lo que huela a una supuesta contaminación con la cultura neo-liberal y oligarca.
Lo dicho por Ud. en Santa Cruz debería convertirse en un real y verdadero instrumento de reflexión para su entorno, que anda envenenado y viendo terratenientes cruceños acaparando tierras, opositores conspirando, todo alrededor de una incapacidad total para llevar adelante los asuntos del Estado. Y por si fuera poco, su ministra saca de la manga una denuncia para comenzar a “hundir” prefectos elegidos por el voto popular, con una supuesta formación de paramilitares en Pando.
Para qué serviría paramilitares en Pando? Por qué no en la Paz o El Alto que son los únicos sitios donde se tumban gobiernos? Qué ganarían los prefectos con paramilitares que deben costar carísimos, y si son mercenarios hasta dónde podrían confiar en ellos, y cómo podrían derrocar al gobierno que tiene tantos ejércitos y tanto apoyo, según Ud. mismo?
Estamos mal, presidente; cada vez la gente le cree menos porque su discurso cambia día a día. Y pensar que le fue tan fácil hacerlo bien con tanto apoyo! Sólo necesitaba hacer su revolución desde el primer día. No hay revoluciones del día siguiente, se lo advertimos. En la historia universal no va a encontrar caso alguno. Y es que no había revolución.
Los slogan contra el TLC, la Constituyente y la nacionalización de los hidrocarburos se podían hacer de inicio con el actual parlamento, pero se subieron demasiado los humos, la soberbia, el triunfalismo y le fallaron los cálculos con la segunda ronda electoral donde pensaba arrasar y fracasó. Al final de cuentas, a pesar de las críticas que desde aquí mismo hemos hecho, quien sabe otro hubiera sido el cantar si hubiera seguido los consejos de su ministro Chokewanka, quizá el menos obcecado de su entorno, con su filosofía del “Vivir Bien” que no es lo mismo que el vivir mejor que va de la mano del consumismo capitalista, la lectura en las arrugas de la frente de los ancianos, la vida de doscientos años y más, la religión cósmica, etc. que por más que encontremos todo eso como una especie de desvarío esotérico, no hace daño a nadie, no es soberbio ni prepotente, porque en el fondo sólo son elucubraciones contemplativas del mundo a través de una interpretación de la cultura ancestral que, evidentemente, vale más que los 25.000 libros de su vicepresidente.
Pero luego vinieron los camisas negras del indigenismo sacado con fórceps de lo más profundo del racismo fascista, con odio, con veneno, cobrando una cuenta que Ud. mismo la acaba de reconocer indirectamente como absurda, porque ningún boliviano de ahora habíamos nacido hace 500 o 180 años.
Pero a la tesis del Vivir Bien que se antepone al Vivir Mejor, aparece la de su ministro de Educación, que vendría a ser la del Vivir Peor, basada en la descolonización del modo de vida, una especie de descontaminación absurda e imposible del pasado que produjo nuestro irremediable mestizaje, y nos lleva a retroceder al ayllu, al Collasuyo, al incario, a desconocer la interculturalidad de un mundo moderno con su ciencia, tecnología y formas de vida, sistemas de producción, relaciones internacionales y de comercio, etc. Sólo imagínese, presidente, tener que volver a la llamada justicia comunitaria con toda la bellacada que implica en lo que respecta a la seguridad jurídica para establecer inversiones y tratados internacionales!
Y a 16 años de la caída del Muro y a 7 de la locura de Chávez, Ud. y su gobierno nos quiere arrastrar a la etapa de las cavernas. De la revolución rusa, china y vietnamita no queda nada, menos aún del sistema que impusieron los soviéticos en la Europa Oriental después de la Segunda Guerra Mundial. De la cubana, sólo las trovas de Puebla al Ché y la frustración de los pueblos con hambre por alcanzar un día la justicia social que sólo había sido un espejismo de la teoría en un erial minado por el capitalismo desde hace algo más de 5.000 años; desde que las tribus se hicieron sedentarias, cuando alguien dijo esto es mío y empezó la propiedad privada, y vino lo que vino sin que la novela tenga el final feliz de los culebrones de la televisión. Y ahí nos quiere hacer volver, presidente.
Creo que fue Galeano el que dijo que nuestro principal enemigo era el miedo. Yo pienso que la estupidez. Con miedo, el ser humano, por una reacción natural hasta puede cometer los mayores desatinos como llegar a matar. Ante la estupidez, la impotencia es total y es casi imposible vencerla, aunque es muy cierta que ella cae por su propio peso. Peor aún si esa estupidez está entronizada en el poder, en el poder político. Y para muestra, presidente basta un botón: Cuando nos presentan en las pantallas de televisión a su escuadrón de talibanes indígenas para agredir a una región lo primero que provocó fue una risotada general y luego una interrogante de por qué el gobierno permite esta constitución de fuerza al margen de la ley.
Pero, por si eso fuera poco, ahora aparece su vicepresidente, el hombre de los 25.000 libros incitando a sus “ponchos rojos” de Omasuyos a la guerra, para defender la “revolución”, y el país se pregunta, cuál revolución? y nos habla de un país con nueve millones de aymaras, seguramente contando las piedras. Pero si todos somos aymaras para qué la revolución de los máuser y las kurawas? Qué locura, presidente! O quizá todos estamos enloqueciendo, presidente.
Chávez, su amigo y padrino en esta cruzada contra el mal, dice en las Naciones Unidas que Busch es el diablo, alcohólico, hijito de papá, etc., que el sitio donde estuvo huele a azufre, se persigna y ora. Ahora nos sale que quiere convertir a Venezuela en una de las primeras potencias del mundo. Para qué? Qué ganaría Venezuela con el cinturón de campeón mundial? Y a nosotros qué...?
Estamos mal, presidente, muy mal. Su vicepresidente ya no le sirve ni nos sirve. Su discurso en Warisata, fue patético y teatral. Se transfiguró de pronto en una especie de dios de la guerra, nada más que ni el color, ni la pinta, ni la estatura le daban para ser un dios de los ejércitos como esos que nos pintan los libros para niños: guerreros barbudos de mirada terrible y musculados, blandiendo espadas de fuego o lanzas pesadísimas.
Lo de Warisata, aunque en realidad, parecía un ballet de hora cívica donde un rabioso adolescente se esforzaba en su papel de chico malo pero ni los gestos ni la voz le dieron para atemorizar a los que lo escuchaban, puede llevarnos a una guerra civil que la inmensa mayoría de los bolivianos no queremos, salvo esos pequeños monstruitos jugando a supermanes. Ese acto dejó mal parado a su gobierno, presidente. Además, todo lo que habló lo dijo en el idioma de los k’aras, que sabrá Dios si le entendieron sus emponchados combatientes. Con los talibanes de De la Cruz, los ponchos rojos de García, los telaclavos de Santa Cruz, la policía indigenal, para qué las fuerzas armadas y la policía? O es que estamos en carrera armamentista contra nosotros mismos?
Y es que, presidente, todo esto que no se puede tapar ni esconder: improvisación, falta de planes, idas y venidas, amenazas, bloqueos, corrupción, incapacidad, denuncias aquí y allá, huele a impostura en su gobierno. Defender cuál “revolución” presidente? La que quiere tapar por cualquier medio el escándalo de corrupción de YPFB? La que no pudo con el pinche asunto del LAB y dejó escapar al culpable? La que se entrampó con su decreto de nacionalización de los hidrocarburos y hasta ahora ha sido capaz de lanzar su reglamento?
La que lo incita a pelearse con medio mundo? La que no respeta sus propias leyes porque le fallaron los cálculos electorales? La que hasta ahora echó una sola ley, una sola, que garantice a los bolivianos empleos, desarrollo económico y seguridad ciudadana? La que se desdice en la mañana, en la tarde y en la noche?. De qué revolución nos habla, presidente? Es esa la revolución que lleva bajo el poncho las armas de su vicepresidente? Para matar bolivianos en una supuesta guerra interna? Y podrá vencer, presidente? No se da cuenta que sus tirasacos le cambiaron la aritmética y el porcentaje indígena apenas llega al 20%, si es que llega, y los mestizos somos el gran saldo del 80%? No le han dicho que cada día somos más urbanos y menos rurales?
En lo externo, presidente, en todos sus viajes (dónde está la austeridad que tanto pregonaba?) Ud. no habla de la necesidad de nuestro desarrollo garantizando inversiones - aun sabiendo como lo acaba de decir que ha aprendido que “gobernar es saber hacer buenos negocios”- sino de sus problemas internos, su lucha contra una supuesta oposición a la nacionalización de los hidrocarburos y a su Constituyente (lo que es absolutamente falso); repite el libreto de Chávez de que el imperialismo quiere matarlo y pide el reconocimiento de la hoja de coca que nunca fue sagrada y como si el mundo entero no supiera que la coca sí es cocaína, mientras no se compruebe que se la haga de otro vegetal.
Ud ha pensado, presidente, que si los productos derivados de la coca, aparte de lo empleado en el campo farmacéutico o el uso de la empresa Coca-Cola, fueran tan buenos como se los propagandiza desde su gobierno, pierda cuidado que hace rato ya hubieran estado de moda en el comercio mundial y se estuviera produciendo en todo el mundo, como sucedió con el té, el café, la goma, las especias, etc.
En lo interno, donde sigue campeando la corrupción que su gobierno mismo denuncia pero no castiga, el contrabando irrestricto en las fronteras, el tráfico de cocaína (una muestra que la coca es cocaína) y de influencias, el avasallamiento a la institucionalidad, la inseguridad ciudadana y la jurídica ha dejado en suspenso las inversiones y hasta ahora ha planteado al país cómo será la Constitución Masista del Estado, la misma que se niega hacerla aprobar sin respetar los dos tercios que exige la ley de convocatoria que Ud. mismo aprobó, y desmiente las que aparecen en las copias que andan circulando por ahí como suyas.
Y es que al final de cabos, presidente, por qué tanto misterio? Cuál es su proyecto? Cuál es lo que sólo a último momento el país puede saber bajo presiones y vigilias campesinas a las puertas de la constituyente? O es que peregrinamente cree que si fracasa su Constituyente los talibanes de El Alto y los ponchos rojos de su vicepresidente harán “la” misteriosa revolución que ha diseñado en la nueva constitución?
Pero hay una cosa, presidente, y es que en el respeto a los dos tercios se juega la credibilidad de su gobierno frente al mundo. Los dos tercios, presidente, significan debate, diálogo, discusión de ideas, consenso, y eso es democracia. Lo contrario, lo que Ud. propone es rodillo, intolerancia, exclusión, todo lo que dijo Ud. cuando estaba abajo que sería contra lo que lucharía. Ahí se va su legitimidad y hasta su propia legalidad como gobierno, aunque su entorno diga y rediga lo contrario.
Ud. ha visto, presidente que lo que Ud. y sus “ólogos” llaman “movimientos sociales”, no son más que montoneras sindicales y gremiales inorgánicas que cuestan mucha plata, y cuando no hay plata, simplemente bloquean. Cómo hará para sostenerlas tanto tiempo: traslados de aquí para allá, alimentación, viáticos, transporte, en una geografía demasiado grande para cualquier cantidad de conflictos que se le vienen, y no por obra y gracia de una oposición que no existe o anda peor que su partido, sino porque las falsas promesas calan de veras en el sentimiento de la gente. Es exactamente igual que haber sido infiel a la pareja. Se la cobran con la misma moneda.
Ante ese panorama desolador, como nos lo hace ver la propia prensa extranjera que nos cuenta que hasta sus amigos argentinos ya están tomando previsiones para recibir el posible éxodo masivo de bolivianos y el altísimo costo que eso significaría en caso de una guerra civil que sus talibanes y ponchos rojos provoquen, hay que decirlo, presidente, con cara al mundo, que los bolivianos estamos con miedo por la ausencia de un estado de derecho y la presencia cada vez más creciente de la anarquía sindical bloqueando y amenazando todo el tiempo. Así no llegarán inversiones, salvo las de Chávez para operar cataratas con médicos cubanos. Y eso no basta, y eso exacerba los ánimos, y eso causa rechazo en una población inerme e impotente ante tanta prepotencia, soberbia y estupidez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario