lunes, agosto 21, 2006

Qué locura su locura, presidente!


Ruber Carvalho
Surrealismo indigenista, bellacada folklorista, fanfarronada sindicalista!. En primera instancia hasta se pensó que era una morisqueta más de nuestra desastrosa y obtusa oposición que no atina a entender lo que está pasando y tira manotazos a diestra y siniestra sin acertar a blanco alguno. Luego se comprobó que la cosa venía desde el palacio y que la noticia era cierta.

Ya habíamos visto los primeros síntomas preocupantes en las supuestas ceremonias “ancestrales” cuando la ascensión del mando en Tiahuanaco, el uso de vestimentas inventadas el día antes, ceremonias sacerdotales que nunca existieron (tan falsas como la sacralidad de la coca o la antigüedad de la whipala).

Esto es una locura, presidente!. Su casa monumento nacional! Y como tal, deberá ser mantenida con dineros del Estado, con la plata de todos nosotros. Y Ud. mismo, en persona, firma tamaño decreto que ni Melgarejo, ni Santa Cruz, ni Pinochet, ni Bánzer, ni Videla, ni Duvalier, (a excepción de Trujillo) se les hubiera ocurrido alardear de semejante testimonio de megalomanía.
Ahora nos avisan que aparecerán tres estampillas de correos con su rostro como otro tributo de homenaje a su revolución que ni siquiera ha empezado. Ni Chávez con 7 años en el gobierno, ni Fidel con cuarenta y pico se animaron a algo parecido.

Con apenas 6 meses en el poder y con doscientos y pico mil votos menos en la segunda elección, Ud. se desespera por alcanzar una efímera glorificación de los héroes que Ud. ve todos los días en la galería del palacio de gobierno. Se ha detenido en el rostro de cada uno de los presidentes? Ha visto el rostro indígena del “boliviano espurio” como nombraba el mariscal de Ayacucho a Santa Cruz? El de Melgarejo o Morales, los de los mineros conservadores y liberales, el de García Meza, o de cualquier otro? Ninguno de esos hizo de su casa monumento nacional, presidente.

Ahora salen sus amanuenses a decir que la próxima locura consiste en crear el cuarto poder del Estado, por encima de los clásicamente conocidos; se trata de un supuesto poder social.
El poder de control social o de control político, donde estarán metidos desde las juntas vecinales, movimientos sociales, originarios, cocaleros, etc. Ese “control” social (o político ) tendrá su principal característica, como en Cuba, en los comités de defensa de la “revolución” en los barrios y en cada calle? Para qué entonces los otros poderes establecidos como en otros lugares de la civilización, si sólo reinará Ud. y su corte, con justicia comunitaria y legislación consuetudinaria dictaminada por las corporaciones sindicales al mejor estilo fascista?
Qué locura presidente! Para eso es el nuevo pacto militar-campesino como en la época del barrientismo? Para garantizar su poder omnímodo? El prolegómeno de ese pacto estuvo impreso en el desfile de las fuerzas armadas con los treinta y pico pueblos supuestamente originarios y disfrazados de salvajes en algunos casos, y otros con trajes jesuíticos que nada tienen que ver con supuestos atuendos “originarios”.

Todos disfrazados como el diputado aquel que en la legislatura anterior iba a la cámara ataviado como miembro de una imaginaria tribu, con arco, flecha, celular, calzados Bata y reloj pulsera. El desfile de las 36 culturas, fue apenas una pobre reproducción marcial de la entrada del Gran Poder.

Y Ud. con su locura del Collasuyo! Presidente. Sabía Ud. que cuando se fundó Bolivia en 1825, el territorio “originario” poseía 2.343,769 kilómetros cuadrados? De esa cantidad territorial, solamente unos 497 y pico mil eran parte del Collasuyo (considerando los actuales departamentos de La Paz, Cochabamba, Oruro, Potosí y Chuquisaca y también el Litoral, aunque descontando lo que corresponde a las provincias Iturralde de La Paz y El Chapare a Cochamaba que formaban, hasta no hace mucho tiempo parte de la geografía de los llanos orientales).

Y mientras las tierras del Collasuyo solo perdieron el litoral marítimo (120.000 Kms2), el oriente perdió algo más de un millón ochocientos mil kilómetros cuadrados. De qué Collasuyo estamos hablando, presidente?. Y Ud. y sus ministros ahora se han propuesto descolonizar el país.
Buenísimo, sino fuera mentira. Porque descolonizar no es solamente eliminar la materia de religión de la curricula escolar, sino también borrar la caprichosa delimitación territorial colonial que nos dejó la Real Audiencia de Charcas y volver a lo que fuimos antes de los famosos 500 años.

Porque si vamos a sincerarnos con la historia, presidente, Ud. tendría que saber que lo que une a las regiones de oriente y occidente, es precisamente el recordatorio de los maldecidos 500 años. Es ese eslabón colonial que a través de la Audiencia de Charcas sometió bajo su jurisdicción a regiones y pueblos que nunca antes se conocieron, constituyendo una especie de estado colonial unitario ( lo que ahora es Bolivia).
Si la descolonización es sincera, con absoluta certeza que todos los bolivianos vamos a estar de acuerdo y como antes de los 500 años coloniales, cada quién tendrá que prender por donde vino y donde debe estar. En otras palabras, Ud. se queda con su Collasuyo de donde es originario y nosotros con lo que siempre fue nuestro.

A partir de ahí, nuestras economías complementarias construirán la armonía cultural que la mala política de la colonia y los 180 años de gobiernos republicanos no pudieron hacer. De paso, Uds. podrán usar la whipala como bandera, le cambiarán el nombre al país (aun cuando se enoje Chávez), destruirán si les viene en gana, como hicieron con sus cosas los talibanes en Afganistán, el templo de San Francisco de La Paz,
La Casa de la Moneda de Potosí, la Casa de la Libertad y los claustros de la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca, los templos coloniales, pinturas y cuanto vestigio quede de la colonización perversa.
Prohibirán si así lo desean, la importación de toda la tecnología neo-liberal e imperialista, desde los celulares hasta los automóviles, televisores, etc. (Por si no lo sabe, presidente, la chamarra y la chompa son inventos norteamericanísimos, más que europeos; si vamos a descolonizar, que sea con todo, presidente!) y cada quien usará poncho y lluchu.

Le recuerdo también que la llamativa indumentaria de la chola de los andes y de los valles es íntegramente española (desde el sombrero, la pollera, la manta, hasta las enaguas, la blusa y el calzado). No se les olvide suprimir entre sus feriados el carnaval de Oruro y la entrada del Gran Poder por ser festividades netamente coloniales. Nosotros, los que no somos parte del Collasuyo ni de su proyecto, ya sabremos lo que haremos lejos de esoterismos folklóristas, fundamentalismos racistas y estupideces cocaleras.

Sin embargo, es bueno aclarar que en los pueblos del oriente, a pesar del odio, los resentimientos y complejos que desde su gobierno se destila, conviven pacífica y armónicamente, cambas y collas. Un alto porcentaje de las actuales familias oriundas del oriente tienen familiares collas y viceversa.

Los vínculos sentimentales, felizmente no conocen todavía de esas exquisiteces raciales que sus estrategas tratan de tergiversar echando el bulto a la oligarquía cruceña de todos los males y desgracias del indigenismo andino. Esta tierra, presidente, que no es excluyente, abrió sus puertas a la gente de todas partes, vinieron de donde vinieron y nadie se avergüenza de ser descendiente de europeo, asiático o africano.

En materia cultural, rechazamos toda forma de racismo; indigenismo, arrianismo, etc. porque creemos que esas categorías fascistas de ver el mundo no van con nuestra mentalidad. Aquí y allá, antes que el color de la piel y la forma de hablar, es el dinero lo que determina la condición social de la gente.

Es muy cierto que aquí hubo y hay opresión y explotación. Somos parte de un mundo de relaciones económicas, con esclavismo, feudalismo, capitalismo, liberalismo, neoliberalismo y globalización. Pero también sabemos (hasta lo pasan por la tele) que lo que se cayó fue el Muro de Berlín, “nuestro muro” que apenas duró 70 años, y que el imperialismo sigue metiendo bala, metiendo la pata y la mano donde le da la gana. Somos parte de todos los defectos porque no vivimos en una isla.

El narcotráfico, ahora más fuerte y poderoso que nunca, gracias a que el Chapare, esa especie de territorio libre de interdicción de cocales que Ud. y sus cocaleros han creado, representa en estos momentos un factor que “socializa” las clases sociales y originarias con el narcotráfico pero al mismo tiempo, es una terrible bomba de tiempo que será la causa de imprevisibles conflictos que nos pongan en la lista de la proscripción mundial.
Quién pagó la movilización de los miles de campesinos a Sucre en los días de la inauguración de la constituyente? Cómo se trasladaron esas miles de personas, cómo pagaron sus alojamiento y comida? O es que siguen los “gastos reservados”? O pagó Chávez?

Cómo se piensa pagar el control social (o político) a la constituyente con los campesino que, como en las épocas nostálgicas del Abril del MNR, dejarán el campo para estar a la orden del gobierno para hacer demostraciones de fuerza en las ciudades, con el objeto de atemorizar o aplastar a la “subversión”?

Las mismas interrogantes surgen ante el problema de los avasallamientos de tierras en el oriente, con alimentación y viáticos, traslados motorizados, y armas. Esa es “su” revolución, presidente?
Y por encima de lo que puedan pensar, al que le gusta “vivir bien” leyendo en las arrugas de los ancianos aymaras y al que le gusta vivir mejor con sus 25.000 libros.

Tendrá Ud. que admitir que en este pequeño y pobre país de 9 millones de habitantes, sin contar los que se fueron buscando mejores días a países vecinos y a Europa y los que continúan haciendo cola en las oficinas de migración para mandarse mudar cuanto antes, que a menos que viniéramos de Marte, el 100% de los bolivianos somos originarios de este país; el 75% somos mestizos éticamente hablando y 95% culturalmente.

Lo demás son elucubraciones esotéricas de los “ólogos” que como su ministro de educación le proporcionan tanta receta errada. Presidente, Ud. que no domina ninguna lengua “materna”, que se expresa en el maldito castellano y que usa chamarras y chompas que nada tienen que ver con la vestimenta del Collasuyo, que anda pegado a la tecnología celular imperialista para comunicarse con su amigo Chávez, que odia tanto a los cambas porque perdió en Santa Cruz y sabe que nunca va a ganar, y lo sabe muy bien, qué va a hacer, presidente?

Qué va a hacer con una Constituyente que será sometida a un nuevo referendo, donde puede seguir bajando y no llegar al 50%? De qué habrá servido tanto gasto y tanta locura? O es eso lo que busca?

Y es que el problema capital de esta Constituyente es por el momento en que se la convoca, cuando Bolivia vive su mayor crisis de identidad nacional desde su fundación como Estado que nació fallido.

No hay que olvidar que en 1825 los dos delegados cruceños llegaron con atraso; sólo uno de los guerrilleros de la independencia estuvo presente. Tarija entonces era argentina, y Mojos, Chiquitos y Cordillera (más de medio territorio de la Audiencia de Charcas) no fueron tomados en cuenta.

Ahora suceden cosas más o menos parecidas. La mayoría de los asambleístas por Santa Cruz (los del oficialismo, los nominados por usted, personalmente), son oriundos de la región occidental del país, y considerando la tesis indigenista de su gobierno respecto a la participación de los originarios del lugar que representan, ni siquiera bajo esa premisa que resultó demagógica y cínica, se respetó la representación cruceña.

Esta Constituyente, su constituyente, sólo busca los dos tercios. Le cuento que su amigo Umala en el Perú, de 45 congresista que consiguió en la primera vuelta, que le daba una mayoría relativa, se acaba de quedar apenas con 20 legisladores. La política es así, presidente. Ud. también la padeció del mismo modo en la gestión anterior.

Y qué hará con los dos tercios, presidente? Y si no los consigue? Cómo es que las embajadas de Venezuela y Cuba le han dicho que hay once millones de dólares en mesa para hacer fracasar la Asamblea? Cómo es que en Bolivia están apareciendo estancos policíacos por encima de la ley?

Luego que se inventaron lo de la policía campesina u originaria, ahora no salen los servicios de inteligencia extranjeros como Paco por su casa. Qué locura!, presidente. Y su “revolución democrática y pacífica” nos sigue amenazando “pacíficamente”.

Acaso la amenaza es pacífica o la presión de la calle es pacífica? Infundir el temor, la inseguridad entre la gente es pacífico? De ahí que es muy posible deducir que poco a poco la crítica – que tanto le molesta- comience a disminuir, ya por la presión a los medios de comunicación o la compra de conciencias que en un país pobre es pan de cada día, éstos (los medios) opten por doblegarse al poder como ya se lo viene sintiendo.

Imposible desterrar la corrupción desde la pobreza que la acoge como medio y modo de vida. Esa ha sido siempre la tónica y la ética de las que se aprovechan las dictaduras de cualquier ideología.

Si no consigue los dos tercios habrá Constituyente o todo terminará como su fracasado Congreso Pedagógico?

A mi me alarma, presidente, la filosofía de la pasividad y el conformismo que está imprimiendo su gobierno en los sectores pensantes, sobre todo en la sede del poder central. Me alarma que la nueva intelectualidad paceña, ayer protestataria y hasta líder del pensamiento nacional, ahora se vea sometida y de rodillas ante un indigenismo bárbaro que no da examen racional bajo ningún molde filosófico o antropológico, salvo el político (como estrategia e instrumento de absolutismo y fundamentalismo), sólo, quizá, para “no hacerle el juego” a la oligarquía cruceña?

Dónde quedó esa izquierda rebelde que luchaba por la libertad de expresión, de pensamiento, por la tolerancia, la igualdad de los hombres y el derecho a disentir, que nunca se rajó contra el despotismo y la tiranía de Bánzer o García Mesa?
Es que puede el “indigenismo” esotérico sustituir con su impostura seudo académica el planteamiento del materialismo dialéctico? Puede el racismo indigenista desinterpretar al materialismo histórico, como modo de entender nuestro propio ser cultural y nacional? Acaso los nacionalismos y fundamentalismo no eran de derecha?

Y mientras tanto, presidente, en que quedó la nacionalización de los hidrocarburos? En la demagogia de los precios solidarios a la Argentina como si hubiésemos hecho el negocio del siglo y queremos tratar con Brasil con un ministro hormonal y enfermizamente antibrasileño?

Su gobierno no pudo o no quiso solucionar el pinche problema del LAB y sigue enfangado en el escandaloso negociado en YPFB. Su gobierno no pudo llevar a cabo un congreso pedagógico y el asunto de su “revolución agraria” no es otra cosa que convertir en minifundios las tierras del oriente, para que así nos jodamos todos!

Y las inversiones? Y las colas para los pasaportes? Y la generación de empleos? Y ahora que todos estamos operados de cataratas cómo vamos a enfrentar los problemas básicos de la salud? Con vacunas contra la rubéola? Y la educación, memorizando vocabularios nativos al cohete que no nos van a servir para maldita la cosa?

Cuando esto pase, presidente; cuando esta locura se extinga porque todo lo malo y lo perverso tiene que extinguirse por una imperiosa necesidad política, su casa, sus estampillas (más las otras barbaridades que vendrán!), y hasta su pueblo que no tiene la culpa de lo que está pasando, serán no sólo un mal recuerdo para la gran mayoría de los bolivianos, sino una mala palabra.

“Evo soy yo” será una anécdota ridícula de su soberbia totalitaria y su indigenismo ingresará a una casilla nueva de la bellaquería antropologista. Los que ahora le corean y le aplauden desde sus pegas; esos que siempre existieron doblando espalda y rodillas a lo largo de la historia, los “ex” y los otros, sólo serán la nada del oportunismo que siempre fueron y los veremos con el mismo vigor “revolucionario” vivando y ofreciéndose al que le suceda en el trono.

“Me voy a quejar a Dios, de todo esto”, escribió nuestro poeta mayor ante la tragedia del Chaco en pleno campo de batalla. Pero claro, ni Ud. ni yo somos creyentes.

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