sábado, marzo 25, 2006

En Palacio, la foto del Che ¡no!

Gonzalo Valenzuela Monroy


Ver la enorme fotografía del Che Guevara en un salón del Palacio de Gobierno y luego preguntarme qué hace allí, fue una reacción inmediata que, sinceramente, me dejó sorprendido. Porque más allá de que hoy tengamos un Gobierno de izquierda, que está disfrutando de los beneficios de la democracia y de la libertad de elegir a sus gobernantes, no me parece correcto que en la casa del Gobierno de todos los bolivianos haya una fotografía de un señor extranjero que vino al país a matar bolivianos. Y, más lamentable aún, que la foto esté colgada justamente en la sala que el Presidente utiliza para recibir a dignatarios extranjeros.
Sería pueril, a esta altura de la historia, hablar de los ideales y de los hechos de los grandes hombres bolivianos. De ésos que sí merecen ocupar los lugares destacados en el Palacio Quemado. Son ciudadanos cuyo modelo de comportamiento moral no cuaja con quienes proclamaron la dictadura del proletariado y eligieron la violencia perpetua como método de lucha para enquistarse en el poder y en la burocracia del poder, definiciones que alcanzan al guerrillero argentino, más allá de su indudable valentía.
Es probable que lo escrito líneas arriba cause estupor y bastante consternación, especialmente entre los adherentes al socialismo, que paradójicamente son asiduos participantes o espectadores en cuanto foro sobre la paz hay en alguna parte. Pero igual, todavía molesto por lo que creo que es un abuso de la democracia, agrego algunas reflexiones sobre este tema, reflexiones que tienen que ver con dos o tres frases típicas del ánimo socialista y sus implicaciones para la paz. ¿Es pacífica la sentencia de Mao Tse Tung: “El poder sale de la boca del fusil”? ¿Quería el Che Guevara la paz para Latinoamérica cuando dijo que hay que crear entre nosotros “dos, tres, muchos Vietnam”? No lo pudo hacer en Bolivia. ¿Cuánto ánimo de pacífico hay en las siguientes palabras, también del Che: “El odio debe convertir al revolucionario en una fría máquina de matar”?
Cualquier organización socialista tiene el derecho a desplegar sus banderas y colgar los retratos de Marx, Engels, Lenin, Fidel o el Che en sus convenciones o actos proselitistas, por ejemplo. Ésa es una escena previsible y coherente con sus banderas y su discurso. Pero no es previsible, y menos coherente, que en la casa de Gobierno de todos los bolivianos esté colgada la fotografía de uno de estos señores que, más allá de sus ideales, trajo dolor y luto a muchas familias bolivianas. ¿O acaso la familia del señor Rubén Amézaga, que cayó abatido por las balas de la guerrilla, no merece respeto? En la misma situación están los familiares de los soldados que, al comenzar la guerrilla de 1967, fueron masacrados por el grupo dirigido por el argentino-cubano, debido a su escasa preparación antiguerrillera.
Todo esto me hace pensar que si el Gobierno quiere hacer de Ernesto Guevara agua de su molino, se está equivocando. Si alguien quiere mezclar a nuestros próceres con Guevara, sin duda está cometiendo un abuso contra la democracia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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